La exnovia de ‘El Melillero’, atacada con ácido: «Quería destruir mi físico, que nadie me pudiera mirar»

El presunto agresor, en una ficha policial.
'El Melillero', en una ficha policial.

Semana complicada para ‘El Melillero’, el joven que roció presuntamente con ácido a dos jóvenes en Cártama (Málaga), provocando graves quemaduras a ambas. Sandra, su expareja y presunta víctima, ha testificado este lunes por primera vez ante un juzgado. Además, este miércoles, el acusado de dos intentos de homicidio se enfrenta a otro juicio por asaltar a punta de pistola un local de Torremolinos (Málaga): la Fiscalía pide un año de prisión.

Sandra no había podido declarar hasta ahora ya que aún se encontraba recuperándose de las quemaduras que sufrió en la mitad de su cuerpo después de ser rociada con un bote de ácido sulfúrico puro al 99%. Este lunes, se sentó ante la jueza y detalló durante cuatro horas lo sucedido el pasado 12 de enero.

Según la versión de la víctima, recogida por el programa Espejo Público de Antena 3, pudo escuchar cómo ‘El Melillero’ y su acompañante se reían después del ataque y mientras su rostro y su cuerpo eran abrasados por el ácido.

«Vivía amenazada, me seguía, me preguntaba todo el tiempo dónde estaba. Quería hacerme sufrir, matarme haciéndome sufrir. Desde muchos meses antes ya estaba la cosa mal. En diciembre ya sufrí un episodio tremendo. Me cogió el móvil y yo cogí un cuchillo como mecanismo de defensa, se acercó, forcejeamos y me corté. Rompimos la relación, pero después volvimos», relató la joven ante el Juzgado de Violencia de la Mujer número 3 de Málaga.

La noche previa al ataque, Sandra recuerda que «ya me estuvo buscando. Les reconocí a los dos -a su expareja y a su amigo ‘Poti’, quien ya confesó la autoría de los hechos, al parecer obligado por una supuesta deuda de drogas contraída con ‘El Melillero’-. Su amigo me hizo un gesto como de que iba a cortarme el cuello. Aquel día yo había quedado con mi amiga para comer. Aparece su coche, le veo venir. Le identifico perfectamente. Todo pasa muy rápido, noté el líquido, el ácido, cómo me quemaba. Salí del coche, me quité la ropa. Quería destruirme físicamente, que nadie me pudiera mirar».

Cabe desatacar que en la inspección del vehículo en el que viajaban las víctimas durante el ataque, los agentes hallaron dispositivos de geolocalización instalados para saber el lugar exacto en el que se encontraba su expareja en cada momento.

Historial delicitvo

Tanto ‘El Melillero’ como ‘El Poti’ se encuentran actualmente en prisión provisional sin fianza. La Guardia Civil, en el marco de la ‘Operación Tindra’, también ha llevado ante la Justicia al hombre que compró el bote de ácido, al propietario del vehículo desde el que se lanzó el líquido y a la red de supuestos encubridores que colaboraron en el posterior ocultamiento e intento de huida de ‘El Melillero’.

El amplio historial delictivo del sospechoso incluye una condena por malos tratos a la madre de su hijo -prisión y orden de alejamiento- y otra por agredir y lesionar a un policía nacional. Además, tiene procedimientos abiertos por amenazas, robo con fuerza e intimidación en casa habitada, pertenencia a grupo criminal, tráfico de drogas y delitos contra la seguridad vial, entre otros.

Este miércoles, el Juzgado de lo Penal número 5 de Málaga enjuicia a ‘El Melillero’ por asaltar a punta de pistola un local del municipio malagueño de Torremolinos. La Fiscalía solicita una pena de un año de prisión.

Según las conclusiones iniciales del fiscal, los hechos sucedieron en junio de 2018 sobre las 7:00 horas. El acusado fue al establecimiento de ocio, situado en el paseo marítimo de dicha localidad, que se encontraba ya cerrado al público y «esgrimió una pistola plateada» frente a uno de los empleados.

Así, según describe el escrito de la acusación pública, al que ha tenido acceso Europa Press, el procesado hizo ademán de disparar la pistola, «apuntando también a otros empleados que se encontraban en el interior del establecimiento, lo cual les ocasionó gran temor y desasosiego».

Para el ministerio fiscal, se trata de un delito de amenazas del que acusa al joven, para el que solicita una pena de un año de prisión y la prohibición de aproximarse a menos de 500 metros a la víctima en cualquier lugar, incluido dicho establecimiento, durante un periodo de tres años.

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